miércoles, 11 de agosto de 2010

UNITED KINGDOM=REPUBLICA BANANERA



Mismo día, 17.30 h, aeropuerto de Stansted (2ª parte)

Continuaré este relato desde el lugar donde lo dejé: por los pasillos interminables del dichoso aeropuerto¡¡
Una vez que bajamos del avión comenzamos a rodar con la esperanza de llegar cuanto antes a nuestro destino.¡¡Cuán equivocados estábamos¡¡nada más lejos de la realidad¡¡

Para empezar, había una cola kilométrica para entregar el pasaporte, una cola en la que el torito ya inició sus dotes de gentleman conversador, atendiendo a una señorita que en español le contaba lo mucho q íbamos a tardar en salir de allí. Y aclaro lo del español pq si no , no se hubiera enterado de na´¡¡.

Mientras q él y yo despotricábamos sobre la organización del aeropuerto y de cómo en España no ocurrían estas cosas, mi meg callaba y hacía gala de su flema y gran paciencia, aunq como supimos después por ella misma, ahí comenzó su calvario y sus instintos asesinos hacia su megela querida que soy yo, y el cervatillo.

Tú, meg, la próxima vez, descarga tu ira sobre el torito que ya sabes que las megelas sin su otra mitad no viven bien.

Cuando nos acercábamos por fin al punto de control, un niño con una cabeza de considerables dimensiones no hacía más q gritar y gruñir con el dinosaurio q tenía en la mano, enseñando su fiereza a tol q estaba allí, e incluso subiéndose en la maleta de mi meg.

Mi gran instinto maternal y mi incomparable amor por los infantes, me hizo exclamar pidiendo ayuda a todos los dioses:
¡¡¡¡”Por favorrrrrrr, que alguien se lleve a este cabezón de aquíiiiiiiiiiiiii¡¡¡¡¡”ajjjjjjjjjjjj¡¡¡¡¡¡, mientras que un viejo le hacía un comentario al torito y él ponía su cara de póker y su sonrisa, y hacía como q le entendía.

Cuando por fin salimos y tras algunas gestiones, nos pusimos a esperar el autobús para la ciudad, no sin antes perder al torito que como de costumbre, iba alegremente y sin preocupaciones cual mariposilla entre las flores primerizas de la más hermosa de las primaveras,…. hablando con tol mundo y haciéndonos perder la pacienciaaaaaaaaa¡¡¡¡Qué calamidad¡¡¡¡

Según mi meg, aquel infame bus tardaba hora y 45 minutos en llegar a London…..y no 2 horas y mediaaaaaaaa¡¡¡¡¡Sí, señores, sí, llegar llegamos, pero después de dar siete vueltas por la city, o área de negocios, ver el mismo edificio fálico (según el torito) como cinco veces y hacer un recorrido turístico de lo más surtido por la ciudad¡¡¡¡

Bueno sí, eso q nos ahorramos, pero tanto el cervatillo como yo , de nuevo expresamos claramente pero sin acritud, nuestro desagrado ante la organización, que él atribuía a mi meg, y los transportes ingleses: suspiros, bufidos, venga hablar venga hablar, venga movernos, venga movernos, y q calor¡¡, dios mío, pos no q en Londres hace frío y llueve¿¡¡, que hubiéramos llegado antes en coche (bueno, el del torito se nos pararía en Benidorm, ejem¡), que ya estaríamos en París por lo menos, qué q república bananera, etc, etc, etc…….

No fue mucho, no?, pero mi Megela, que seguía callada y mirando al techo, parece que estaba deseando tirarse o tirarnos, no sé, al Támesis. Sigo pensando que exageraba¡ Jijiji¡¡¡¡

Como colofón, una vez llegados, completamente exhaustos, a la estación Victoria, tuvimos que coger dos metros pal hotel, y qué creen amigos? Que iba a ser mejor?????Noooooooo¡¡¡¡¡
En este país, el aire acondicionado no existe, así como la conversación, pues extrañamente sólo se nos oía a nosotros, y pasamos unos calores y sudores de justicia en los dichosos subways¡¡¡Para colmo de males, uno de ellos se paró por no sé qué problemas técnicos y la sensación de ahogo fue horrorosa¡¡¡¡yo comencé a abanicarme no sé con qué, a exhalar de nuevo bufidos y soplidos, a cagarme en tó lo anglosajón, y el torito no se quedó atrás: calculó que ya estaríamos cruzando el canal de la Mancha en coche, fresquitos, y si en vez de en Londres nos habíamos equivocado y estábamos en Senegal¡¡¡ayyyyyyyyyyyy¡¡¡¡¡¡¡qué odiseaaaaa¡¡¡

Y mi meg ni mu. Impasible. Esquiva. “Peligrosa”. Pensando en cómo deshacerse de nosotros sin que quedara rastro. Siii¡¡está claro que somos megelassss¡¡¡¡igual comportamiento y actitud ante las adversidades¡¡

Por fin llegamos a Nothing Hill, zona del hotel, aunq no exactamente la de la peli de Julia Roberts, pero bueno, nos sirvió. La escena fue la siguiente: en la recepción, un indio, aunq el torito dijese q era negro, nos atendió. A nuestro alrededor había docenas de rollos de papel de wc, y cuando el boli no le fue, le pidió uno a otro indio q estaba tumbao en un sofá a nuestra derecha. Como veis, todo mu glamouroso.

La habitación era cutrecita, pero asequible, y tras descargar salimos a cenar. Eran ya las diez de la noche, desde las cuatro q habíamos llegaooooo¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡kjjjkkñlj09ea¡¡¡¡y aún dice mi meg q no teníamos motivos para quejarnos¡¡

A todo esto aclarar que el marqués de Veiga no se dignó en ningún momento en recogernos o recibirnos con alguna limousine o algo, digo yo¡¡¡desagradecidos hay muchos por el mundo¡¡¡

Fuimos a un italiano y por fin apareció en escena Mr Bokeron y su gran amigo Luis¡¡ayyyyyyyy¡q gran despliegue de idioma q hizo durante la cenaaaa¡¡q tiempo tan mal aprovechado¡¡La conversación se centró a partir de este momento en la diferenciación de las coreanas, de hueso gordo, y las chinas o japonesas. Así toda la noche, analizando a toa la q veían según si tenían o no el dichoso hueso gordo¡¡¡¡RESIGNACIÓN¡¡

La parte final consistió en ir a un pub del q nos echaron a las doce y q volvió a despertar las iras del cervatillo sobre las costumbres inglesas, y en pasear por la calle. Yo ya m agarré al marqués de Veiga y creo q no lo solté prácticamente en toa la visita, o si? Bueno, sólo cuando m asía al torito. Y mi meg pobrecita, intentó darle conversación a Luis y ante el fracaso y las respuestas monosilábicas del susodicho, desistió ya para los restos. Ya conocéis a mi meg. No insiste en conquistar plazas perdidas y poco atractivas, ejem ejem…..

De vuelta al hotel nos llovió, maldito Londres¡¡¡, era lo q nos faltabaaaaaa¡¡¡, aunq el torito decía q iba ahora a correr sus grandes distancias a Hyde Park, que él sin sus ejercicios no dormía, pero misteriosamente nos vimos con él en la habitación y restregándose cual perro pulgoso en celo en nuestras camas, dejando así impregnado su olor y efluvios de macho cabrío y marcando territorio, ante los ojos atónitos y la desesperación de mi meg.

Tras lucir nuestros respectivos pijamas, el mío conejil, y sobarnos mutuamente, bueno, mi meg arisca no, tenerme contra la pared empotrada y darle de palos al mandril unionita pa q me dejase en paz, pudimos descansar, entre los estornudos alérgicos provocados por la seguro limpísima moqueta, y los ronquidos intermitentes del torito y su manía de tocarme los pies desde su cama o que juntásemos éstas para dormir todos juntos.

¡¡¡¡QUÉ DIA Y QUÉ NOCHE LA DE AQUÉL DIA¡¡¡¡


Siiiiii¡¡¡¡Habíamos triunfado como viajeros incansables y como torturadores insufribles en las nuevas tierras¡¡¡¡¡¡

Nuestras hazañas no habían hecho más q empezar…

2 comentarios:

  1. vas subiendo el nivel Ivana, con este me he reído más, y saco tres conclusiones (como Mr. Holmes):

    1ª, y muy importante, Meg llevaba tapones en los oídos,
    2ª, mi primo se olvidó de las deplorables costumbres europeas, esa gente solo vive para trabajar
    3ª, tú te olvidaste las pastillas para el dolor de cabeza, así la Meg llevaría mejor cara, mi primo no estaría tan agobiado, y tu hubieses dormido mejor.

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  2. Jejejeje¡¡¡¡muy agudo Mr Holmes, pero ni con pastillas se quitaba estooo¡¡¡bienvenido al blog, querido

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